Un reporte hecho para el Colegio de Guerra menciona que el cártel estableció un "gobierno alterno" en Michoacán
WASHINGTON.— La Familia Michoacana es “uno de los más extraños y mortíferos cárteles del mundo”, afirma un extenso reporte preparado para el Instituto de Estudios Estratégicos (ISS) del Colegio de Guerra del Ejército estadunidense, que hace hincapié en sus tendencias religiosas y reclamos de defensa de la dignidad y bienestar de Michoacán y los michoacanos.
“En contraste con Los Zetas y otros capos mexicanos, los líderes de La Familia —especialmente el ahora fallecido Nazario Moreno González, El Chayo— afirman que están religiosamente obligados a niveles que se acercan a un celo mesiánico”, escribió el autor del estudio, el mexicanólogo George Grayson.
En el documento, bajo el título La Familia, Cártel de Drogas: Implicaciones para la Seguridad de Estados Unidos y México, el autor alega que el grupo, que se ha extendido a estados vecinos de Michoacán y mantiene una alianza con el cártel de Sinaloa, ha logrado establecer lo que se define como una “doble soberanía”.
Según Grayson, “esto significa que paralelamente al gobierno electo, (en Michoacán) se encuentra una narcoadministración que genera empleos (en el cultivo y el procesamiento de drogas), mantiene el orden (represión de cárteles rivales), realiza funciones cívicas (repara iglesias), cobra impuestos (extorsiona a empresarios) y vigila a los recién llegados”.
De acuerdo con la información, La Familia asegura “administrar ‘justicia divina’ a violadores, ladrones, corruptores de jóvenes y otros a los que el sindicato considera como indeseables”.
El largo documento indica que los líderes del grupo han prometido “erradicar del estado de Michoacán el secuestro, la extorsión en persona y por teléfono, asesinatos pagados, secuestos exprés, robo de autor y tractocamiones, o robo de casas como aquellos mencionados que han hecho de Michoacán un sitio inseguro.
“Nuestro solo motivo es que amamos nuestro estado y ya no estamos dispuestos a tolerar que la dignidad de nuestra gente sea atropellada”, puntualizó.
La Familia en todo caso rechaza el término de cártel y busca presentarse como una organización de servicio a la comunidad, como la Cruz Roja o el Ejército de Salvación, que ayuda a quienes tienen necesidad.
Más aún, anota que de acuerdo con el analista social Carlos Antonio Flores Pérez, las condenas públicas de ciertos problemas sociales han logrado ganar un favorable perfil en lo que se describe como “guerra sicológica” para ganar legitimidad social en lo que Grayson describió como “un estado plagado por la violencia”.
La Familia ha publicitado sus actos para construir raíces en la sociedad, como parte de una estrategia para ganar la buena voluntad de las áreas donde opera.
“Algunos michoacanos han sido ganados por el mensaje de La Familia de que los pillos, los asesinos y los malos son fuereños, no locales y de ninguna manera ese grupo”, apuntó el autor.
“Aplaudo el surgimiento de La Familia Michoacana, escribió un residente de Morelia en su blog, al apuntar que la presencia del grupo se traduciría en una baja de 70 por ciento en la extorsión, narcotráfico y el secuestro —otro crimen que La Familia reprueba públicamente, pero en el que se dice está involucrada—”, precisó.
Los jefes del grupo declaran que “todos los miembros son michoacanos, lo que fortalece el espíritu de comunidad, y enarbola credenciales nacionalistas”, añadió el texto, al recordar que en un llamado telefónico con un programa de radio uno de los líderes, La Tuta Gómez Martínez propuso incluso una alianza nacional y comenzar un diálogo con el presidente Felipe Calderón.
El documento consigna que La Familia divulga obras sociales como la reconstrucción de escuelas, contribuciones a iglesias y la extensión de créditos a granjeros y empresarios, amén de que “como la Mafia, La Familia pretende incrementar su apoyo popular a través de actos de beneficencia”.
Pero al mismo tiempo, consignó que esos líderes, Biblia en mano, “reclutan jóvenes de centros de rehabilitación, insisten en que dejen su dependencia de alcohol, las drogas y otras sustancias adictivas, y que una vez limpios soliciten el ingreso a su organización”.
Según el relato, los novicios deben pasar dos meses de lavado de cerebro que incluye lecturas de la Escritura, exposición a oradores motivacionales y periodos de silencio y meditación. Una vez completada su instrucción pueden convertirse en correos, vigías o conductores.
Pero, agregó, “aquellos que muestren aptitud para la violencia son llevados en grupos de 40 a un área silvestre conocida como Jesús del Monte, donde se les ordena matar, descuartizar y cocinar a 15 víctimas para demostrar que no temen matar inocentes ni tienen asco de manejar partes humanas sangrantes”.
El informe consigna las sangrientas rivalidades de La Familia con organismos como Los Zetas y el cártel del Milenio, así como sus alianzas.
El reporte hace hincapié en los enormes recursos que a su juicio tiene La Familia, derivados de tráfico de drogas, especialmente metanfetaminas, secuestros, extorsión, protección y negocios legítimos como restaurantes, farmacias, tiendas de autopartes y otros.
“Un especialista apuntó mordazmente que ‘los cárteles son a Michoacán lo que la planta fabricante de aviones Boeing para Seattle’”, consignó el texto al suplementar un comentario de Ernesto Buscaglia respecto a la penetración de La Familia en la Sociedad y las estructuras de poder de Michoacán.
Viernes 18 de junio de 2010, p. 5
En represalia por las múltiples detenciones
de integrantes del cártel de La Familia, en el municipio de Zitácuaro, Michoacán, Nazario Moreno,El Chayo, uno de los principales líderes de esa organización, ordenó la emboscada contra agentes federales el pasado 14 de junio en ese municipio, afirmó el jefe de la división antidrogas de la Policía Federal (PF), Ramón Pequeño García, al dar a conocer la detención de dos de los presuntos participantes en el ataque que dejó un saldo de 12 policías y dos sicarios muertos.
Durante una conferencia de prensa en el Centro de Mando de la PF en la ciudad de México, Pequeño García dijo que la noche del pasado miércoles, en la ciudad de Morelia, fueron detenidos Alain Escutia Ruiz, El León, y Emilio Ovet Palacios Andrade, El Mostro.
Según el funcionario, “tras su detención se pudo conocer que el autor intelectual del ataque al convoy de la PF fue El Chayo, quien ordenó a uno de sus jefes de plaza, identificado como El Chuky, que realizara el ataque en represalia por las múltiples detenciones de integrantes de la organización en Zitácuaro. Para esta acción, El Chukyreunió a diversos grupos que fueron dirigidos por los sujetos identificados como Don Pete y El Morsa, actuales jefes de esta plaza.
“El Morsa relevó al anterior jefe en ese municipio michoacano, identificado como José Luis López Morales o Hilario López Morales, El Gato, quien fue detenido por la Policía Federal el 14 de abril de este año.”
El jefe de la división antidrogas mencionó que para el ataque, El Morsareunió a las 6 horas del 14 de junio a 35 sicarios a bordo de 12 camionetas. Fueron citados en una gasolinera ubicada a la salida de Zitácuaro.
Uno de los grupos, integrado por nueve personas que viajaban a bordo de cuatro vehículos, comandados por Don Pete y con fusiles AK-47, armas cortas y granadas, se posicionaron en uno de los puentes por los que debían cruzar los agentes.El segundo grupo, dirigido por El Morsa e integrado por 26 sicarios (entre los que se encontraban los dos detenidos), viajó en ocho vehículos. Portaban fusiles AR-15, AK-47, escopetas, granadas de fragmentación y un fusil Barret calibre 50 milímetros. Se colocaron en el segundo puente, encerrando así al convoy de policías.
De acuerdo con la versión oficial, 10 minutos después de haber tomado sus posiciones (...) iniciaron el ataque, disparando en contra de los vehículos por alrededor de 20 a 30 minutos
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Al repeler la agresión, los policías mataron “a un coordinador de los sicarios, identificado como Beto, quien falleció a bordo de uno de los vehículos, además de herir a varios delincuentes”.
La Morsa, dijo Pequeño García, dio la orden de retirada debido a que se encontraba próximo el apoyo de los policías federales, y huyeron con dirección a Morelia, pero en Zinapécuaro, el jefe de plaza escondió la mayoría de las armas y vehículos utilizados en el ataque y ordenó traer 15 taxis para que los sicarios se distribuyeran, ordenándoles que se ocultaran por un periodo de 8 a 15 días
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En Morelia, a decir del funcionario, fueron detenidos Alain Escutia Ruiz, El León, y Emilio Ovet Palacios Andrade,El Mostro, al detectar que mostraban una actitud sospechosa y cargaban maletas muy grandes
que llamaron la atención de la Policía Federal que vigila la zona.
El jefe policiaco indicó que en las mochilas se localizaron dos fusiles de asalto AK-47, un cargador, 104 cartuchos, un arma corta, equipo táctico, pantalones, cascos, gorras y playeras con insignias oficiales, fornituras y gas lacrimógeno, así como dos placas vehiculares, una de ellas con reporte de robo en el Distrito Federal, un chaleco blindado
y dos bolsas con mariguana. Los detenidos quedaron a disposición del Ministerio Público Federal.